lunes, 15 de diciembre de 2008

Vacaciones de mi infancia




















Cuál si una película por mi mente pasara
el recuerdo de mi infancia a menudo me acompaña
aquellos largos veranos en la casa paterna
rodeada de amor que el otoño nos robaba.

Me veo en el umbral de la vieja casona
más de pronto un ladrillo mi atención reclama
es Fani, más que can, de aventuras fiel amiga
con halagos sin fin su alegría al verme proclama.

No viene sola la figura de mi padre, detrás aparece
tras una dura jornada su rosto, cansancio denuncia
más conmigo en sus picaros ojos, la ilusión renace
aunque a mis brazos de niña, pronto renuncia.


A él pegados, Marti y Perla, sus mulas preciadas
que con un gesto del amo, sus ordenes acatan
relinchan gozosas, pues buen pienso y seca paja
esperan cual pago a la larga faena que ejecutan.

Salgo de nuevo a la calle al contemplar extasiada
una gallina que a sus polluelos llama asustada
cuan bolitas de algodón bajo sus alas se agrupan
y un gato escapa del gallo que defiende su nidada.

El olor a pan recién horneado se extiende por doquier
es mi madre, sofocada la que del horno lo viene a traer
su viejo pañuelo en la cabeza, mi padre le recrimina
más ella se dirige a la cocina, su reino como mujer.

Ahora estamos en redonda mesa, todos alrededor
una fuente de lentejas que saben al manjar mejor
tocino, chorizo, morcilla y u7n relleno embaucador
comida clásica, en casa de cualquier buen labrador.

El padre a la sombra del carro ahora descansa
mujeres y niños a las eras se dirigen sin pausa
bajo el sol abrasador vueltas y vueltas se dan a la parva
y el cielo cambia de color y la tormenta tal vez amenaza.





















Ya el grano en grandes montones en las eras brilla
respira tranquilo vecino, aunque el año no fue bueno
y tampoco lo fue el pasado, el próximo puede que si,
poca paja, poco trigo, más el granero lo tenemos lleno.


Acabada la cosecha, las fiestas son para celebrar
ropa limpia, buenas caras y a misa que es obligación,
acabados los oficios a pelota los mozos gustan jugar,
y la pared de la iglesia, sirve como buen frontón.




















Se acaban las vacaciones y del pueblo hay que partir
más padres, hermanos, amigos, lugares donde jugar
a mis queridos animales de los que tanto aprendí
guardaré en mi memoria hasta poder regresar.

10 Septiembre 2003




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